Ya que estamos en pleno invierno y los chalecos son prácticamente nuestros mejores amigos, nos parece una buena idea compartir contigo cómo cuidar tus prendas de punto y así poder usarlas la próxima temporada (y muchas más).
Existen chalecos de distintos materiales, por lo que es imposible darle el mismo cuidado a todos por igual, sin embargo, a continuación te damos nuestros secretos para que cada una de tus prendas favoritas sobreviva a todo.
Mantenimiento: Dar un buen mantenimiento no es tan difícil como se puede pensar. Hacer pequeñas cosas como quitar los pelos y motas regularmente, eliminará ese aspecto viejo y ajetreado que luego nos incentiva a dejar de usarlo.
Ocultar los puntos corridos: Si sufriste un percance donde se corrió un punto, no te preocupes, no es el fin. Puedes dar vuelta el chaleco y con un gancho de crochet o con los dedos se puede pasar la hilacha hacia el otro lado. Quedará cómo si nunca hubiera pasado nada.
Doblar correctamente: Si para guardar tus chalecos usas colgadores, te recomendamos dejar de hacerlo, ya que eso hace que la lana se estire de los hombros, deformando la prenda. Es mejor doblarlos, de la manera tradicional (como doblas las poleras) o bien, al estilo “rollo” o “Marie Kondo”. Si no tienes más espacio que el disponible para colgar, puedes doblar el chaleco a la mitad y luego colgarlo sobre la percha.
Lavado: La primera recomendación es lavar los tejidos con moderación, cada 4 o 5 puestas si no hay mal aroma.
Existen chalecos de fibras naturales como la lana, sintéticas como el acrílico e incluso mezclas de distintas fibras, y para todas es recomendable lavarlas a mano y no usar calor. Esto porque se pueden dañar las fibras y hacer que el chaleco se encoja.
Secado: Para todos los tejidos que mencionamos, es importante no secarlos a máquina ni estrujarlos. Puedes poner el chaleco sobre una toalla e ir enrollandolos para eliminar el exceso de humedad. Luego puedes colocar el chaleco en una rejilla de secado, asegurándose de colocarlo plano, no colgando, para evitar que el tejido se estire.
Lavado por material
Cachemira: Antes de lavar tu chaleco de cachemira, asegúrate de quitar las motas. Puedes hacerlo pasándole suavemente una rasuradora. Si la prenda tiene manchas en las axilas, puedes quitar el exceso de desodorante con un cepillo. Si eso no funciona, enjuaga las áreas manchadas con vinagre blanco.
Para lavar la cachemira y hacer que dure más, sumerge suavemente el chaleco en agua tibia que contenga unas gotas de detergente y déjalo en remojo durante 30 minutos. Finaliza enjuagando con agua tibia.
Algodón: Los chalecos de algodón son menos frágiles que la cachemira y se pueden lavar con más frecuencia, sin embargo, también recomendamos hacerlo a mano para no estropear las fibras.
Sumerge tu chaleco con unas gotas de detergente líquido. Mueve y deja reposar durante unos 30 minutos. Enjuaga y déjalo sobre una rejilla para que se seque.
Si necesitas lavar a máquina, asegúrate de usar agua fría y poner la lavadora en el ciclo suave.
Lana: Estos chalecos son bastante delicados y pueden encogerse fácilmente. De seguro te sucedió alguna vez que metiste a lavar un chaleco de adulto y salió uno para niño. Para que esto no pase, dale la vuelta y ponlo en agua fría con detergente para lana durante 10 minutos y enjuaga. La clave es evitar el calor, osea, no usar agua caliente, secadora o plancha.
Acrílico: A diferencia de la lana, las prendas de acrílico son más resistentes. Aunque de todas formas hay que lavarlas con agua fría o tibia. Un aspecto negativo de este material es que absorbe más los olores, por lo que se deben lavar con más frecuencia que otro tipo de prendas.
Este material si se puede lavar en lavadora, aunque recomendamos hacerlo en un ciclo suave y un centrifugado no tan agresivo. Para evitar el pilling o motas, es importante dar vuelta las prendas antes de meterlas en la lavadora.
Esperamos que pongas en práctica estos consejos y puedas darle muchos años más a tus chalecos favoritos para evitar comprar constantemente. Recuerda que el primer paso en el camino de la sustentabilidad es reducir el consumo innecesario.
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